jueves, 29 de octubre de 2009

Reforma política, el huevo y la gallina

La Presidente de la Nación, Cristina Kirchner, dio a conocer ayer el proyecto por el cual se oficializó la reforma política que promovió el 9 de julio tras las elecciones donde su partido, Frente para la Victoria, sufrió un duro traspié. Las pro y contra de esta ley usted las pudo, puede y podrá leer en cada uno de los medios (se recomienda todos para que no se coma solamente la porción con dulce de leche y chocolate y se quedé sin probar la de crema y frutilla). En definitiva y en general, la ley viene a reparar lo que en el 2001 se rompió, explotó y quedó hecho una ensalada de huevo y perejil (sobre todo este y en plural): el bipartidismo. Aquí, está la crítica que el oficialismo deberá rever si busca conseguir que la ley se vote; la idea de coartar, estrangular, acotar el surgimiento de nuevas fuerzas no es la mejor solución al mal que aqueja a la Argentina. Por otro lado cabe destacar que, con o sin intención, el proyecto pone de nuevo en el primer plano la participación ciudadana en las diferentes corrientes políticas por medio de la afiliación que será un instrumento clave para que el partido pueda disputar un lugar en las elecciones. La militancia, eso que en la época militar fue desarticulado por el genocidio y la represión de Videla y cía. va a volver a ocupar un espacio que jamás debió perder. Aquí es donde se unen las pro y las contras.

La marea de patologías que presenta este sistema político anémico puede llegar a confundir el diagnóstico. No es la proliferación de nuevas fuerzas el problema, sino la de los de freaks que comandan, no solo las pequeñas formaciones, sino las centenarias y legendarias. El síntoma estuvo a la fresca en el mismo acto con el que se inicia esta nota: la ausencia de la oposición de nuevo como un gesto de guapeza y desapruebo. Lamentablemente de guapo no tiene nada y el desapruebo no se muestra con la ausencia sino con todo lo contrario: la presencia y el reclamo. Este nuevo faltazo, tan previsible como un chiste de Petinatto, va de acuerdo con la queja general de todo el arco opositor: este proyecto debería ser tratado en el futuro. Gran acierto en el pronóstico pero no en los “porqués” basados en términos de mayorías y minorías que poco importan a la hora de operar al enfermo en cuestión. Debería ser tratado después por el simple hecho que antes de la “Reforma política” deberíamos reformar a los políticos para que, entre otras cosas, cambien agresiones y faltazos por ideas y representativísimo. De manera contraria lograr la afiliación de militantes será un trabajo arduo y, por lo tanto, el fin, no de los más chicos, sino de todos los partidos políticos.